Comienza por reconciliar el individuo con el todo

Comparto un texto que me llegó en un intercambio en la lista del Partido Pirata Argentina. Más que interesante lectura, por cierto.

“Tus derechos terminan donde empiezan los derechos del otro”. Según esa lógica, cuanto más personas, menos libertad. Pero la libertad no es una pequeña burbuja de derechos personales. No podemos diferenciarnos de los demás tan fácilmente. La risa y el bostezo son contagiosos, como también lo son el entusiasmo y la desesperanza. Estoy compuesta por los clichés que digo sin pensar, las canciones que se me pegan en la cabeza, las emociones que contraigo de mis compañeros. Cuando manejo un auto, éste contamina el aire que respiras; cuando usas drogas farmacéuticas, estas se filtran al agua de la que todos beben. El sistema que todos los demás aceptan es aquel bajo el cual tú tienes que vivir, pero cuando otros lo desafían, tú también obtienes una oportunidad para renegociar tu realidad. Tu libertad empieza donde empieza la mía, y termina donde termina la mía.

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